Su hermana no sabe que sigue vivo en el asilo

Ciudad Obregón, Son.- El nuevo hogar dulce hogar. Algunas personas de la tercera edad van a parar al asilo de ancianos, algunos nunca han recibido visitas de sus familiares. La ayuda que se necesita en estos centros es constante.

Nicolás Castro tiene 83 años. Solía ser guardia en una unidad deportiva frente al Panteón del Carmen. Su vida cambió tras el accidente. Se rompió ambas rodillas al caer por unas escaleras. Así es como llegó al asilo San Vicente. Su única familia en Obregón era su hermana, quiso avisarle de su paradero. No la encontraron ni en su casa ni en su trabajo.

Hace 2 años que Nicolás reside en el asilo, en ese tiempo no ha podido contactar a su hermana ni ha recibido una sola visita.

Ha sabido adaptarse a su nuevo hogar. Se encarga de apagar las luces de todo el asilo al amanecer, a ayudar al padre a dar la misa y anunciar a sus compañeros la hora de la comida haciendo sonar una campanita. Nicolás ya no puede caminar, pero con sus pies impulsa su silla a donde sea.

Nicolás Castro asegura que es feliz en el asilo San Vicente, pero aún carga con el pendiente de hacerle saber a su hermana qué fue de él.

Antes de la pandemia, el asilo San Vicente albergaba a 60 abuelos, 10 de ellos murieron de COVID-19.

En el asilo San Vicente el apoyo que se necesita es constante. Promueven la iniciativa "adopta un abuelo" en la que empresas y familias se encargan de ellos económicamente. Mensualmente "adoptar a un abuelito" cuesta más de 3 mil pesos. El asilo San Vicente tiene 20 empresas y 10 familias que adoptaron a un abuelo.

Los abuelitos del asilo se entretienen pintando, bordando, y viendo tele, solo piden que sus familias no dejen de quererlos.