El tabaquismo en México es un problema de salud pública significativo, afectando a millones de personas. Según datos de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT), aproximadamente el 17% de la población adulta fuma, lo que representa más de 15 millones de personas
Aunque las tasas de tabaquismo han disminuido en los últimos años, especialmente entre los jóvenes, el hábito sigue siendo una de las principales causas de enfermedades crónicas como el cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares y enfermedades respiratorias. Las políticas de control del tabaco, como los espacios libres de humo y el aumento de los impuestos sobre los cigarros, han ayudado a reducir el consumo, pero el desafío de erradicar el tabaquismo persiste debido a la adicción y a la influencia de la industria tabacalera en el país.
Alrededor de 1,300 millones de personas en todo el mundo fuman, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El tabaco es responsable de más de 8 millones de muertes al año, de las cuales 7 millones son por el consumo directo y alrededor de 1.2 millones son no fumadores expuestos al humo ajeno.
Según la ciencia, existen varias estrategias efectivas que pueden aumentar significativamente las probabilidades de éxito en este proceso. A continuación, se presentan las tres formas más efectivas de dejar de fumar, respaldadas por investigaciones y recomendaciones de expertos en salud.
La Terapia de Reemplazo de Nicotina es una de las estrategias más utilizadas y efectivas para dejar de fumar. Consiste en el uso de productos que contienen nicotina, como parches, chicles, pastillas o inhaladores, que ayudan a reducir los síntomas de abstinencia y los antojos. El uso de TRN puede duplicar las probabilidades de éxito en comparación con dejar de fumar sin ningún tipo de ayuda.
Se recomienda usar la TRN durante un período de 8 a 12 semanas, aunque en algunos casos puede extenderse según las necesidades individuales.
Los productos de TRN permiten a los fumadores disminuir gradualmente su dependencia de la nicotina, facilitando así la transición hacia una vida sin tabaco. Es fundamental que los usuarios sigan las indicaciones de uso y consulten con un profesional de la salud para elegir el método más adecuado y establecer un plan de cesación.
El apoyo psicológico es otra herramienta crucial en el proceso de dejar de fumar. La consejería, ya sea individual o en grupo, ha demostrado ser altamente efectiva. Este enfoque ayuda a los fumadores a identificar y manejar los desencadenantes que los llevan a fumar, así como a desarrollar estrategias para lidiar con el estrés y la ansiedad que pueden surgir durante el proceso de cesación.
La Clínica de Atención al Fumador del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) apoya a quienes desean dejar el consumo del tabaco a través de un programa que abarca terapia psicológica, reemplazo de adicción a la nicotina.
Las líneas de ayuda y los programas de apoyo, como los ofrecidos por organizaciones de salud, proporcionan a los fumadores recursos valiosos, motivación y un espacio seguro para compartir sus experiencias. Además, contar con el apoyo de amigos y familiares puede ser un factor determinante en el éxito de dejar de fumar. Informar a las personas cercanas sobre el deseo de dejar el tabaco puede generar un entorno de apoyo que refuerce el compromiso del fumador.
Existen varios medicamentos recetados que pueden ayudar a dejar de fumar. Dos de los más comunes son la vareniclina y el bupropión. La vareniclina actúa sobre los mismos receptores en el cerebro que la nicotina, reduciendo los síntomas de abstinencia y el placer asociado con fumar. Por otro lado, el bupropión es un antidepresivo que también ayuda a disminuir los antojos y los síntomas de abstinencia.
La vareniclina actúa uniéndose a los receptores de nicotina en el cerebro, imitando parcialmente el efecto de la nicotina y reduciendo los síntomas de abstinencia. También reduce el placer que se obtiene al fumar, ayudando a disminuir el deseo de fumar.
Es importante que los fumadores consulten a su médico antes de comenzar cualquier tratamiento farmacológico. Un profesional de la salud puede evaluar la situación individual y prescribir el medicamento más adecuado, así como monitorizar posibles efectos secundarios.