Una investigación impulsada desde la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) aprovecha la capacidad de las larvas de insectos para ingerir y degradar el poliestireno, lo que evitaría la generación de microplásticos y su consecuente impacto de contaminación.
El propósito de la investigación es buscar situaciones más favorables en el rubro ambiental y de salud de las personas, como parte de una propuesta innovadora y sostenible de la UAQ, que tendría una utilidad inmediata.
El proyecto "Biodegradación de plásticos utilizando insectos y su microbiota asociado" es liderado por la profesora investigadora de la Facultad de Química (FQ), Diana Issell Sandoval Cárdenas.
La doctora recurre al uso de la aptitud de la polilla de la cera, en su etapa juvenil, para degenerar ciertas sustancias, entre ellas el unicel, un tipo de polímero espumado que se usa para la fabricación de envases, en lo que constituye una respuesta ante la preocupación mundial por las repercusiones del uso de estos materiales en diferentes países.
Sandoval Cárdenas subrayó que el objetivo es encontrar una opción más sustentable para la degeneración de esta categoría de elementos, ya que actualmente existen métodos que dejan una huella de carbono elevada y gases de efecto invernadero.
De forma alternativa, se usan dos especies: la larva de la cera menor y la de la cera mayor. Ambas se alimentan de la cera de los panales, que se conforman por enlaces similares a los del plástico, cuando son abandonados por las abejas y su tarea es deteriorarlos.
De manera adicional, se pretende evaluar si la ingesta afecta la sanidad y mortandad de los gusanos, así que se inició el desarrollo de un probiótico para mejorar su eficiencia en el proceso de la degradación.
Para mantener a los bichos en buenas condiciones dentro del laboratorio, se les aplica una dieta artificial que contiene cera de abeja enriquecida por harina, glicerol y miel.
A esto se suma que los trabajos se centran únicamente en el momento en que se encuentran en la fase larvaria. Eso se debe a que, una vez que se convierten en polillas, su boca se atrofia y ya no pueden comer, porque su función es, principalmente, reproductiva.
Hasta ahora, el Centro de Investigación para la Economía Circular determina que los resultados preliminares son prometedores y se puede ofrecer una solución novedosa para desgastar a las moléculas sintéticas en análisis, mediante un diseño que permitiría proteger al entorno, con saldos ecológicos y de salubridad beneficiosos.