Detrás de cada alimento en la mesa está el campo y el trabajo de su gente, gente que pareciera haber sido olvidada, pues el abandono sistemático al campo por parte del gobierno mexicano, ha generado una disminución constante en las cosechas debido a los problemas financieros que enfrentan los productores. Como ejemplo los trigueros sanluisinos, por el tratado de libre comercio el gobierno compra su producto a un bajo precio que no iguala los costos de producción, por lo que trabajar en la cosecha se vuelve un sin sentido.
Como si no fuera suficiente trabajan en números rojos, imposibilitados para obtener un crédito pues el gobierno también ha desaparecido a la Financiera Rural, una institución pública de la que podían apalancarse con préstamos para el desarrollo agropecuario, Ahora, tienen que acudir a financieras privadas quienes evitan el riesgo otorgando créditos si los agricultores hipotecan su maquinaria o sus terrenos, y ante el panorama, no les queda más que disminuir su fuerza laboral.
"Productores de casi 7 toneladas por hectárea en este ciclo que pasó, quedaron debiendo, quedamos debiendo, entonces, esto vuelvo a repetirlo es la desatención del gobierno federal".
Con una pérdida de $562 pesos por tonelada ante el injusto precio de garantía, y bajo condiciones extremas para apalancarse con préstamos riesgosos, se ven disminuidas las cosechas más de 33%, situación que, según acusa, pareciera no importarle a secretarías de agricultura como SADER, ante quien han acudido sin obtener resultados reales, incluso, siendo ignorados por el presidente de la república, aún cuando los productores se han unido en más de 20 estados de la república bajo el mismo reclamo.
Pero no solo los productores del campo están en riesgo, si no también todos aquellos negocios cuya economía mueve la agricultura, las llantas para los tractores, las refacciones, las fonditas, quienes directamente reciben la mayor parte de sus ingresos de los campesinos, tal es el caso de la Refaccionaria Campamento de Don Víctor, tímido ante la cámara y con más de 30 años sirviendo a los agricultores ahora se las ha visto difícil para terminar el mes. Esta es una situación que pudiera replicarse en el municipio como víctima colateral al no cuidar lo que ha sido una de sus principales actividades económicas, incluso representada en el escudo de la ciudad, pues, aunque detrás de este escudo se plasma el campo y el trabajo de su gente, pareciera que San Luis se le ha olvidado que, si enferma el campo, muere la ciudad.