Familias continúan viviendo en zona de desastre
El panorama es imponente y desolador: decenas de viviendas abandonadas, una escuela en ruinas y un templo que muestra aún los daños provocados por el terremoto de 7.2 grados en la escala de Richter, ocurrido el 4 de abril de 2010.
A pesar de que hace 14 años el poblado Luis Encinas Jhonson se declaró zona de desastre, ahí aún viven 16 familias. La comunidad pertenece a San Luis Río Colorado, pero se ubica a 60 kilómetros de la zona urbana. Hay quienes no viven ahí de manera permanente, pero tienen familiares a quienes visitan.
"Yo no estaba aquí cuando el sismo, yo vivía en el 43, pero aquí es la casa de mi apá, y aquí viven ellos todavía, y yo pues vengo a visitarlos, a ayudarlos".
La rutina diaria de los habitantes transcurre sin mayores sobresaltos, ya que algunas familias se sostienen de la ganadería en pequeña escala, mientras que otros se emplean en labores del campo.
"Me encuentro a la entrada de la comunidad Luis Encinas Jhonson, un poblado que en 2010 fue gravemente afectado por el sismo de 7.2 grados en la escala de Richter y prácticamente quedó desolado, aquí solamente unas cuantas familias".
Como resultado de los daños causados por el sismo del 4 de abril de 2010, la única escuela primaria rural que existía en el poblado luce abandonada y en ruinas, mientras que el edificio del templo católico dedicado a San Antonio de Padua, se encuentra agrietado, pero aún así se utiliza para una misa semanal que se oficia los sábados.
"Pues sí, como esa iglesia, se cayó, se cuarteó también, todo eso, y casas también se cuartearon, mi casa también se cuarteó toda, donde vivía antes, es esa que está ahí".
En la memoria de los habitantes del poblado Luis Encinas Jhonson aún están frescas las imágenes y los sonidos de ese 4 de abril de hace 14 años cuando la Tierra se sacudió violentamente.
"Nosotros vivimos aquí una experiencia muy terrible, muy fea, ese día nos levantamos temprano y mi hijo Omar parecía que presentía lo que iba a pasar (...) y la tierra se empezó a cuartear toda, a hacer cuarteadas de zanjas y el agua se empezó a venir del lado del monte".
"Pensamos que se nos había ponchado una llanta del carro y empezó a moverse con el sismo (...) y empezamos a ver que empezó a brotar el agua del subsuelo (...) estuvo muy intenso el sismo"
José Juan Butrón fue uno de los residentes que junto con su familia decidió no irse del poblado ya que a los pocos días de que pasó el sismo regresó a su casa, a pesar de que muchas viviendas habían quedado muy dañadas.
"Pues duramos como cuatro semanas en la Mesa de Andrade y ya de ahí nos regresamos aquí a la casa, se sintieron algunos sismos, pero más despacio".
Por otro lado, a diferencia de las 16 familias que han decidido permanecer en el poblado Luis Encinas Jhonson, pese al riesgo de nuevos sismos que destruyan sus frágiles, otras personas se quedaron a vivir en la comunidad EL ZACATILLO, la cual se construyó en terrenos del poblado Mesa Rica.
Ahí se les dotaron terrenos de escasos 150 metros cuadrados y se les construyeron pies de casa.
La familia de Francisco, especialmente su madre, aún conservan algunos recuerdos del sismo del 2010, especialmente recortes de periódicos en donde en su momento se narró la odisea que vivieron las decenas de familias que de manera repentina se vieron desplazadas por la fuerza de la naturaleza.