Con las nuevas regulaciones a las leyes de salud, se han reformado a los hospitales psiquiátricos, priorizando el derecho de elección de los enfermos a recibir un tratamiento, prohibiendo la construcción de más nosocomios especializados únicamente en albergar a esta clase de pacientes, y obligando a los hospitales comunes a adaptarse para atender a estas personas, quienes muchas veces son abandonados por sus familias sin la oportunidad de recibir la ayuda necesaria, pero en caso de tenerla, siempre se trata de mejorar con terapia psicológica antes de recurrir a un diagnóstico de medicación, y finalmente al internamiento.
"No puede o no quiere, porque, ya déjenme, yo la voy a arreglar, bla, bla, pero sufre la persona, sufren alrededor sus seres queridos, y decimos, no, esta persona necesita una mayor intervención, ahí si es médica".
Según datos del INEGI, en México, solo el 1.4% de los Sitios de alojamiento social son hospitales psiquiátricos, seguido por los albergues para personas en situación de calle, algunas de ellas estando desamparadas precisamente por sus facultades mentales, este establecimiento representa solo el 1.6% del total, mientras que los centros de rehabilitación de adicciones son los más comunes con más de 1,700 sitios, importante tomarlos en cuenta pues las adicciones suelen ocasionar daños irreversibles en la psique de los enfermos, provocando las primeras dos condiciones.
Aunque San Luis Río Colorado no cuenta con hospitales psiquiátricos, y conforme a la nueva regulación no se podría apertura uno nuevo, se cuenta con una instalación en la ciudad vecina de Mexicali o a más de 600 kilómetros de distancia en Hermosillo, la capital del estado, y aunque no se cuenta con una cifra real de personas que necesiten este internamiento, se atiende a migrantes, personas deportadas y ayudan a personas en situación de calle con dos albergues, y se cuenta con 30 centros de rehabilitación, aunque solo 5 están regulados.
Estas personas suelen vagar por las calles de San Luis, dañadas por sus adicciones o por el abandono de sus familias, duermen a la intemperie y sobreviven gracias a la ayuda de buenos samaritanos, prácticamente a la merced de apoyos que son destinados en lo general, pero definitivamente, no enfocadas a las personas con enfermedades mentales.