La psoriasis es una afección en la que las células de la piel se acumulan para formar escamas y manchas secas que producen comezón y se vuelve más vulnerable en otoño e invierno.
El frío acelera la deshidratación de la piel y hace empeorar la psoriasis. Por ello los brotes son más frecuentes en otoño e invierno y es importante reforzar los cuidados ante la bajada de temperaturas.
Reforzar la hidratación de la piel, especialmente en la zona de las placas de psoriasis, utilizar un humidificador para combatir el efecto de la calefacción, tener una buena higiene y utilizar jabones poco desengrasantes por ejemplo de avena que humecta la piel además de no usar colonias, perfumes ni productos con alcohol pueden ayudar a este tipo de problemas, sin embargo lo más importante es acudir al dermatólogo para una correcta valoración y tratamiento para mejorar la calidad de vida