La piel es el órgano más grande del cuerpo, esta se conforma de varias capas, pero las dos principales son la epidermis y la dermis. El cáncer de piel comienza en la epidermis, que está compuesta de tres tipos de células, escamosas, basales y melanocitos .
La mayoría de los casos de cáncer de piel son provocados por la exposición excesiva a los rayos ultravioleta (UV) del sol, las camas bronceadoras o las lámparas solares.
A corto plazo, este daño puede provocar una quemadura solar, con el tiempo el daño se acumula provocando cambios en la textura de la piel, envejecimiento prematuro hasta causar el cáncer.
Las zonas donde generalmente se presenta son en el cuero cabelludo, el rostro, los labios, las orejas, el cuello, el pecho, los brazos y las manos, y, en el caso de las mujeres, las piernas. Pero también puede formarse en áreas que rara vez ven la luz del día: las palmas de las manos, debajo de las uñas los pies y el área genital.
Para reducir el riesgo de padecer cáncer de piel, se debe limitar la exposición a la radiación ultravioleta (UV). Revisar nuestro cuerpo para detectar cambios sospechosos puede ayudar a detectar el cáncer en sus estadios iniciales. La detección temprana te brinda la mayor probabilidad de que el tratamiento del cáncer de piel sea exitoso.
Es importante agendar una consulta con el médico si observas cambios en la piel que te preocupen. No todos los cambios en la piel son a causa de cáncer, el médico investigará los síntomas para determinar la causa y será el único quien determine el diagnóstico.