Dicen que recordar es volver a vivir y el 2 de noviembre el recuerdo de los fieles difuntos está más vivo que nunca en la memoria de sus familiares, los sepulcros se alegran con flores y se encienden veladoras que de acuerdo a la creencia son las luces que iluminan el camino que recorren las almas para cruzar el umbral y estar cerca de las personas que dejaron en este mundo.
Cada tumba se
convierte en punto de convivencia familiar, a flor de piel están los recuerdos
y sentimientos encontrados, se elevan plegarias, se cuentan anécdotas, se
degusta lo que acostumbraba comer el difunto y hay quienes hasta les llevan
música.
El 2 de
noviembre se vive de una forma muy peculiar en los panteones, en este día, la
vida y la muerte conviven en armonía, no importa el tiempo que haya
transcurrido desde esa dolorosa separación, durante el Día de Muertos, se
percibe en el ambiente esa singular comunión entre difuntos y dolientes.