La salud mental de los hombres enfrenta un desafío significativo: pese a sufrir altos índices de depresión y enfermedades relacionadas con el estrés, muchos evitan buscar ayuda profesional. Este fenómeno se debe, en gran medida, a los estereotipos de género que asocian la masculinidad con la fortaleza emocional y autosuficiencia.
La resistencia a expresar vulnerabilidad tiene raíces culturales profundas. Desde temprana edad, a los niños se les enseña a ser "fuertes" y a reprimir emociones, lo que perpetúa el aislamiento y el estigma. Esto no solo dificulta el diagnóstico temprano de trastornos mentales, sino que también aumenta el riesgo de consecuencias graves, como el suicidio, que en hombres ocurre en tasa superiores a las mujeres.
Promover las nuevas masculinidades implica romper con estas barreras culturales. Espacios de diálogo, educación emocional y modelos positivos de masculinidad pueden ser clave para fomentar una salud emocional más equilibrada.