La tregua que había dado la violencia en la ciudad de Salamanca se cortó la tarde del domingo con un acontecimiento que no tiene precedente, la sangre volvió a correr, la incertidumbre cubrió el ambiente, el miedo volvió a respirarse, pero ahora fue un "atentado terrorista" el que cimbró a una ciudad que se ve amenazada con caer en la desestabilidad social, económica y política.
Estrés postraumático, ataques de pánico, ansiedad, miedo, sentimiento de persecución es lo que genera un ataque como el que se registró la tarde del domingo en Salamanca.
La cultura de la violencia ha rebasado y por mucho a las autoridades, Salamanca se sentía vulnerable y mancillada por los ataques armados, ahora, el peligro y la amenaza de muerte en esta ciudad ha tomado un curso alarmante, en el actual escenario, las autoridades se ven muy pequeñas ante la magnitud que ha tomado la delincuencia organizada.
Personas que no experimentan sensación de culpa, mentalizadas en provocar caos, indefensión, desesperanza, terror, miedo e inseguridad, así es el perfil de un terrorista, de esas personas que hoy se encuentran inmersas entre la ciudadanía salmantina y que han acabado con la tranquilidad y la paz social.