En la víspera del cuarto aniversario de su partida, la memoria de Pablo López Estrada sigue vigente en la calle 5 de mayo entre Faja de Oro y Rafael Campuzano; en vida, don Pablo era un habilidoso pailero, albañil y carpintero, pero su vida dio un giro inesperado cuando enfrentó una enfermedad que amenazaba con consumir su vitalidad, sin embargo, fue su determinación y el amor de sus hijas lo que lo impulsó a encontrar un nuevo propósito.
Al principio, las manualidades eran un refugio para que don Pablo se olvidara de su enfermedad. Pero con el tiempo, esta afición se convirtió en un trabajo que lo hizo sentirse útil durante siete años. Don Pablo se dedicó a la creación de hermosas piñatas que no solo le permitieron distraerse, sino que también demostraron su increíble talento artístico.
Hoy, a cuatro años de su partida, sus hijas continúan su legado en la misma ubicación donde su padre solía trabajar. Siguen elaborando piezas únicas que son testimonio de la inspiración y el amor de don Pablo. Él dejó claro que una enfermedad no debe detener a una persona y que, con el apoyo adecuado, se pueden lograr cosas sorprendentes.
Don Pablo López Estrada será recordado como un hombre valiente y creativo que luchó hasta el final. Su legado vive a través de las manos de sus hijas, quienes siguen creando piezas innovadoras y compartiendo su inspiradora historia con la comunidad.
A don Pablo, le gustaban mucho la mariposas monarcas e incluso sus hijas aseguran que su presencia se ha manifestado en diversas ocasiones a través de este ser, para seguirles recordando que aunque no este de manera física, permanece muy cerca de ellas.