Además de ser un acto altruista que salva miles de vidas, donar sangre también trae beneficios a la salud del donador, por lo que, además de aportar vida a quien la necesita también nos ayudamos a nosotros mismos a conservar la nuestra.
Al salir la sangre de nuestro cuerpo, el organismo detecta que estamos donando, por lo que inmediatamente comienza a crear sangre nueva, además, quienes obsequian periódicamente disminuyen el riego de tener enfermedades cardiovasculares, y obtienen un buen análisis médico, pues para garantizar la seguridad y disminuir el riesgo de transmisión de infecciones, se hacen exámenes rigurosos de este vital líquido, permitiendo obtener datos de nuestra salud como: presión arterial, altura, peso y temperatura; biometría hemática, que detecta anemia y otras alteraciones de las células de la sangre; determinación del grupo sanguíneo; detección del virus del VIH (SIDA); detección de hepatitis B y C; Detección de sífilis, y detección de tripanosomiasis.
En México el 97% de los donadores son llamados por reposición o familiares, y sólo el 3% son altruistas, por lo que las instituciones de salud invitan a la población a sumarse a las campañas de donación, ya que cada día es requerida por personas a quienes les podría cambiar totalmente la vida. Los requisitos para llevar a cabo esta acción son: Tener entre 18 y 65 años; pesar mínimo 50 kg; tener en términos generales buena salud; no haber tenido cirugía alguna en los últimos seis meses; no haberse realizado tatuaje, perforación o acupuntura en los últimos doce meses; no haber recibido trasplantes de órganos; tener un ayuno mínimo de 4 horas y máximo de 8; en el caso de las mujeres, no estar embarazadas o lactando y no usar drogas intravenosas o inhaladas.