Efectos nocivos del alcohol en el cerebro
El consumo excesivo y crónico de alcohol puede tener diversos efectos nocivos en el cerebro a corto y largo plazo, y está causalmente vinculado a más de 200 problemas de salud, desde problemas físicos hasta socioeconómicos, y según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) cada diez segundos una persona muere por causas relacionadas con el alcohol en este continente.
El alcohol puede ir desde efectos leves como dolores de cabeza y migrañas, sueño breve y de mala calidad hasta causar daño directo a las neuronas; y el consumo excesivo y prolongado puede llevar a la muerte celular en áreas clave del cerebro, afectando la función cognitiva. Además, su consumo crónico se ha asociado con la reducción del tamaño de ciertas regiones cerebrales, afectando la memoria a corto y largo plazo, el aprendizaje y otras funciones cognitivas.
El abuso de alcohol está relacionado también con trastornos neuropsiquiátricos como la demencia alcohólica y el síndrome de Korsakoff, caracterizados por problemas de memoria, confusión y cambios en la personalidad. Asimismo, las funciones ejecutivas del cerebro, como la toma de decisiones, la planificación y el control de impulsos, pueden verse afectadas negativamente por el alcohol. De igual manera, altera la comunicación entre las neuronas al afectar la liberación y la acción de neurotransmisores como el glutamato y el GABA, lo que puede contribuir a problemas cognitivos y emocionales, y aumenta el riesgo de trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, llevando incluso a pensamientos suicidas, los cuales pueden estar vinculados a cambios en la química cerebral.
Por otro lado, el alcohol afecta el sistema nervioso central, lo que puede provocar alteraciones en la coordinación motora, el equilibrio, afectar la percepción del riesgo y la función sensorial, aumentando el riesgo de lesiones cerebrales traumáticas.
Ser conscientes de la ingesta de estas bebidas es realmente importante, ya que también perjudica a otras personas. Sus efectos varían entre las personas y dependen de factores como la genética, la salud general y la duración de la ingesta, no existiendo un nivel de consumo seguro, pues incluso niveles bajos de ingesta se asocian con un mayor riesgo de resultados adversos para la salud del cerebro. Por lo que consumirlo moderada y responsablemente es esencial para proteger la salud cerebral y física.