Tras el fallecimiento del Papa Francisco, se activa en el Vaticano el estricto protocolo conocido como "Sede Vacante", un procedimiento tradicional que regula los pasos a seguir ante la muerte de un Sumo Pontífice. El primer acto oficial es la confirmación de la muerte por parte del Camarlengo, quien certifica el deceso. Antiguamente, este ritual incluía un pequeño martillo de plata con el que se tocaba la frente del Papa, aunque hoy es suficiente una certificación médica.
Luego, el Vaticano realiza el anuncio oficial al mundo y declara el inicio de la "Sede Vacante", el período en que la Santa Sede queda sin su líder espiritual. Uno de los gestos simbólicos más importantes es la destrucción del Anillo del Pescador, el anillo papal, para evitar su posible uso fraudulento. El cuerpo del Papa será velado en la Basílica de San Pedro, permitiendo que fieles y líderes internacionales le rindan homenaje. El funeral se celebrará en un plazo de entre cuatro y seis días, y posteriormente se llevarán a cabo los "novemdiales", nueve días de luto oficial con misas diarias.
Finalmente, los cardenales menores de 80 años se reunirán en cónclave en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Pontífice. A través de una votación secreta, y bajo el icónico humo blanco, se anunciará al mundo al sucesor de San Pedro con el tradicional "Habemus Papam".
