En los últimos años, México ha experimentado un preocupante repunte de enfermedades que parecían estar en declive. Dengue, lepra, tuberculosis, sika y chinconguya, sarampión, rubeola congénita, e incluso brotes de ébola, así como la rabia, entre otros, están resurgiendo en diferentes regiones del país. Además, se suman nuevos virus como el COVID-19, que han desafiado los sistemas de salud y la capacidad de respuesta.
Este aumento en las enfermedades no es casualidad. Según lo señalado por el jefe de la jurisdicción sanitaria, Juan Jesús Martínez García, se están viviendo épocas distintas donde los seres humanos han perturbado el equilibrio de los ecosistemas y las cadenas alimenticias. Esta interrupción ha desencadenado una serie de enfermedades que anteriormente se consideraban tropicales, pero que ahora se clasifican como enfermedades re-emergentes en epidemiología.
Entre los factores que han contribuido al aumento de estas enfermedades están los cambios en la población y el comportamiento sexual, así como el vencimiento de algunos ciclos de inmunización. Además, se ha cometido el error de considerar erróneamente que algunas de estas enfermedades estaban erradicadas, lo que ha llevado a una disminución en los esfuerzos de prevención y control.
Ante esta situación, es fundamental que las autoridades sanitarias, junto con la colaboración de la sociedad, implementen medidas efectivas para contener la propagación de estas enfermedades. Solo a través de un enfoque integral que aborde tanto los aspectos médicos como los sociales, será posible enfrentar este desafío y proteger la salud de la población mexicana.