Como cada 1 de noviembre, ciudadanos acudieron al campo santo, a visitar a sus bebés, los niños y niñas que no lograron quedarse en el plano terrenal.
Con flores, globos y juguetes, adornaron sus tumbas, donde yacen sus restos. Para cada familia, este día y todo el año es para recordarlos, sin embargo, como lo marca la tradición este primero de noviembre cruzan del mundo de los muertos al de los vivos, los esperan con ansias en cada hogar, donde no se les permitió quedarse y alegrar cada día con sus pequeñas sonrisas.
Desde la comunidad de la Compañía, las hermanas de José, acudieron como cada año a verlo, José murió a una corta edad, a los 6 años, sus hermanas a penas tenían 2 y 3 años. A lo largo de los años, sus padres acudían a visitarlo, hoy que ya no están, sus hermanas no lo olvidan acuden con frecuencia a verle, incluso se toman su tiempo para arreglar su tumba en el panteón de las flores.