Imagina un frappe cremoso de chocolate, servido bien frío, que combina la textura suave y el sabor intenso a cacao con el toque del pan de muerto, una auténtica joya gastronómica que impacta en nuestra cultura.
Encima de esta bebida, se coloca un mini pan de muerto esponjoso partido a la mitad en cual en el centro se encuentra una capa untada de avellana acompañado de unas ricas fresas para equilibrar los sabores a la perfección.
Este postre es la mezcla perfecta de lo frío y lo cálido, lo tradicional y lo moderno. Ideal para acompañar tus tardes mientras celebras el Día de muertos con un toque diferente, pero lleno de sabor.