Hace un par de años, vivir en la colonia Barlovento era una cuestión impensable. El dormir y despertar alertados por el sonido de los disparos y las sirenas, era algo que nadie quería vivir.
Sumido en la violencia, la desolación y la lejanía de la ciudad, la zona de Barlovento, se enfrentó a la inseguridad como pudo, con una policía municipal prácticamente en gestación y una corporación estatal que apenas se daba abasto, las calles y las casas se plagaron de personajes que solo llegaron a robar la paz y tranquilidad de este lugar.
Más de 03 muertes violentas diarias, la visita constante de patrullas y el tener que vivir haciendo como que no veían nada, fueron los años terribles que vecinos tuvieron que afrontar por la preocupación de no saber qué hacer.
2018 género más de 60 muertes tan solo en la colonia, 2019 no fue diferente, los años más sangrientos en la historia de Salamanca, obligaron a residentes a abandonar sus viviendas con apenas lo que traían puesto, dando pie a que esas que algún día fueron viviendas, se convirtieran en refugios para los que realizaban actos fuera de la ley. Candados, cerrojos, cadenas, ya no eran suficientes para salvaguardar la vida. Robos, asaltos y muertes, se convirtieron en el pan de cada día.
Hoy, a casi tres años de que la violencia pintara de rojo calles y paredes, Barlovento busca seguir resurgiendo, tratando de soltarse poco a poco de su pasado sanguinario.
A un año de haber recibido a la Guardia Nacional y al Ejército Mexicano como residentes permanentes, los habitantes señalan que poco a poco, se vuelve a respirar tranquilo.
Sin cantar victoria, los habitantes paso a paso han reconstruido sus vidas, salen a hacer sus vidas diarias con menos miedo, las infancias vuelven a escucharse en las calles corriendo y gritando, pero ya no de miedo, las puertas ahora se cierran solo para dormir, sin dejar de lado el hecho que alguna vez tuvieron al enemigo a un lado. El color imaginario de la esperanza, dibuja el panorama de los sobrevivientes.
Como huella imborrable del pasado, sus casas abandonadas, vandalizadas, quemadas, aún con los impactos de esos tiros que robaron vidas, pero que ahora solo quedan como cicatrices de una dura batalla.