Consumir alimentos ultraprocesados podría afectar el estado de ánimo, aumentando el riesgo de ansiedad y depresión, así como al cerebro, deteriorando las habilidades cognitivas. Estos alimentos pasados por múltiples procesos industriales suelen contener aditivos, conservantes y otros ingredientes sintéticos bajos en nutrientes y altos en calorías, azúcares agregados, grasas poco saludables y sodio.
Las dietas ricas en estos alimentos se relacionan en un 44% más de riesgo de depresión y un 48% más de riesgo de ansiedad según un metaanálisis publicado en la revista Nutrients, y el riesgo aumentaba con solo consumir un 33 % de calorías procedentes de alimentos ultraprocesados. De acuerdo a otro estudio realizado a 10,775 personas, se descubrió que al consumir 20% de las calorías procedentes de estos alimentos estaba relacionado con un índice de deterioro cognitivo un 28% más rápido que el de las personas que comían menos alimentos procesados. Los aditivos, como ciertos edulcorantes artificiales y el glutamato monosódico, podrían también afectar negativamente el bienestar mental y emocional, al interferir con la producción y liberación de sustancias químicas cerebrales como la dopamina, la norepinefrina y la serotonina.
El comer demasiada sal, azúcar o grasas saturadas se relaciona con la inflamación crónica, la hipertensión, la hiperglucemia, las cardiopatías y la diabetes de tipo 2, lo cual es comúnmente conocido, no obstante, lo que no es tan sabido es que estas enfermedades afectan al cerebro al aumentar el riesgo de demencia vascular, que es una disminución del flujo sanguíneo al cerebro.
Reducir el consumo de estos alimentos y cambiarlos por opciones más naturales y nutritivas puede tener un impacto positivo en la salud general y en la prevención de enfermedades asociadas con una mala alimentación, además comer tres veces al día y tener tentempiés saludables evitan que busquemos comprar alimentos rápidos, baratos y ultraprocesados impulsivamente por el hambre excesiva.