Pocos acontecimientos podemos imaginar tan desgarradores como la muerte de un hijo, es un hecho impensable, que va en contra de la naturaleza, pues se dice que los hijos deben sobrevivir a los padres, por ley natural. Esta idea está fuertemente arraigada en nosotros, por esta razón y entre otras que particularmente es complicado sobreponerse a una pérdida tan importante en la vida desde el punto de vista de una madre.
Hoy, a casi 10 meses de su partida terrenal, su familia lo sigue extrañando, por eso acudieron a su tumba, le llevaron flores, su bebida y comida preferida, y la música que a él le gustaba.
Luis Jorge Quintana, era el segundo de cuatro hermanos y a quien cariñosamente le apodaban "el mono" estaba por cumplir la mayoría de edad, era un joven alegre y con un gusto predilecto por las motocicletas, fue en este vehículo en el que lastimosamente perdiera la vida.
Hay madres y padres que buscan una respuesta para lo que les ha ocurrido, una explicación que pueda satisfacer ante semejante desgracia; sin embargo, muchas veces no las hay, sobre todo en las ocasiones en que la muerte de un hijo ha sobrevenido por enfermedad o accidente. No hay nadie a quien culpar y hay que asumir que en muchas ocasiones la muerte aparece de manera repentina.