Este uno de junio la ensambladora japonesa Mazda reinició operaciones en su planta de Salamanca. 5,200 trabajadores regresaron a sus actividades cotidianas divididos en dos turnos, aunque con la nueva normalidad a la que tendrán que adaptarse: Limpieza frecuente de instalaciones, maquinaria y equipo. Tapetes sanitizantes en los accesos y dispensadores de gel desinfectante en zonas estratégicas. Barreras físicas en áreas comunes y de mayor concentración de colaboradores.
Señalizaciones en el piso para asegurar una distancia mínima de 2 metros entre un colaborador y otro. Separación de entradas y salidas para un control eficiente de aglomeraciones.
Toma de temperatura antes de abordar el transporte de personal, y antes de ingresar y salir de las instalaciones. Entrega de cubrebocas y gel desinfectante a todos los colaboradores para ser utilizados en todo momento dentro de las instalaciones y durante el trayecto hacia y desde la empresa. Controles periódicos para verificar que no presenten síntomas asociados un posible contagio de COVID-19.
En caso de que un colaborador presente síntomas:
1) se le aísla inmediatamente y es llevado al servicio médico.
2) después de ser llevado al servicio médico, se le lleva a su casa y se le aplica la prueba de COVID.
4) el protocolo a seguir depende del resultado.
Estos 4 pasos se les aplican también a aquellos colaboradores que tuvieron contacto con el colaborador que presentó síntomas.
A través del departamento de Relaciones públicas se informó que la mayoría de los administrativos seguirán trabajando bajo el esquema de home office.
La empresa de origen japonés ensambla al año 200 mil automóviles aunque no se han cuantificado las pérdidas por el paro obligado de poco más de un mes.