Sergio Sosa forma parte de los comerciantes que tienen que salir a diario a la calle para llevar el sustento a su hogar.
Su padre le dejo como herencia el puesto en el que ha vendido churros de azúcar más de 20 años, en la esquina de la calle Albino García con Juárez; la pandemia fue un duro golpe para la economía de su familia, sin embargo, esperan que con la nueva normalidad, las ventas se regularicen.
Adaptándose a las medidas por la contingencia sanitaria, Sergio colocó gel antibacterial en su puesto y no se quita el cubrebocas, con el fin de no perder a los pocos clientes que le consumen hoy en día.