Si bien, los videojuegos ayudan a los niños a aprender cosas nuevas, desarrollar sus habilidades motoras y la parte cognitiva, el no supervisar su uso puede desencadenar la adicción y algunos problemas para la salud.
Los juegos de vídeo no tienen que ser prohibidos ni rechazados por los padres, pero sí es importante establecer límites en cuánto tiempo y qué juegan los menores. Aunque no exista una cantidad de horas definidas para pasar frente a la pantalla, los expertos en el tema recomiendan entre 2 y 9 horas a la semana, dependiendo del ritmo y estilo de vida, y lo ideal es que los padres decidan el tiempo manteniendo un equilibrio entre las demás actividades del niño, como sus deberes, el deporte, la lectura, el jugar con sus amigos y pasar tiempo en familia. Esto ayudará a que el menor mantenga una buena salud mental y física, ya que el pasar más tiempo del recomendado podría conducir a comportamientos ludópatas, interrumpir la vida social y causar desapego de la realidad; además de causar sedentarismo, llevando a la obesidad y el sobrepeso, o problemas auditivos, estrés visual, tensión ocular, dolor cervical, tendinitis, lesiones por movimientos repetitivos, insomnio tecnológico y síndrome del túnel carpiano.
También es importante supervisar qué hacen los pequeños, ya que existen juegos donde se comunican con personas que podrían no conocer, poniendo en riesgo su información personal y por lo tanto su seguridad, por lo que una buena idea es tener las consolas en áreas comunes, donde puedan ser supervisadas y de vez en cuando sentarse con los hijos para saber qué y con quién juegan, además, esto permite pasar más tiempo en familia.