Alfarero invidente, crea arte con sus manos

"Se me opacó la vista, pero no se me apagó la vida..."

Originario de San Antonino Castillo Velasco, una comunidad del distrito de Ocotlán, José García Antonio, de 73 años de edad, narra que desde niño empezó a jugar con el barro y conforme fue creciendo aprendió a trabajarlo cada vez mejor; aunque hasta los 20 años descubrió que tenía un verdadero talento.

El artesano recuerda que fue a los 55 años cuando perdió la vista a causa del glaucoma que ya había mermado su salud desde algunos años atrás. Sin visión, paró sus labores por un par de meses, pero encontró los ánimos para retomar su oficio, auxiliado del tacto y sus otros sentidos.

Siendo las sirenas, sus favoritas. Mientras se encontraba en su taller, recuerda, un día tuvo la idea de hacer una sirena de barro. Poco a poco, fue experimentando con adornos y finalmente dio personalidad propia al ser mitológico que se convirtió en su preferido.

El escultor refiere que nunca quiso convertirse en una carga para su familia; a más de dos décadas de haber perdido la vista, asegura que con el paso de los días recobró la autosuficiencia para realizar sus actividades de forma normal.

"Yo sigo trabajando con más fuerza, pero ahora siento que veo a través de las manos, porque a mí me desarrollo el tacto, el sentido, el oído, ahora cuando yo hago una figura siento que los ojos los tengo en las manos..."

José encuentra en su esposa, Santa Reina Teresita Mendoza, la ayuda ideal para realizar su trabajo, pues también es artesana; Su esposa explica que José nunca se sintió triste tras perder la vista, pero ella reconoce que con el paso del tiempo el artesano invidente perfeccionó la habilidad para trabajar a ciegas.