Los jóvenes que desean y buscan pertenecer al mercado laboral se enfrentan a un panorama más complicado que el trabajador promedio. Son el grupo poblacional con la tasa de desocupación más alta, de 6.4%, casi el doble que la tasa de desocupación nacional (3.5%).
De acuerdo con el indicador Jóvenes en Formalidad de Data Coparmex, Oaxaca es la entidad con menos población joven ocupada del país en un empleo formal, solo el 11.4%, seguido de Guerrero con 14.7% y Chiapas con 16.1%, a diferencia de Nuevo León y Chihuahua con más del 60% de su población joven ocupada.
En México viven 31.2 millones de personas adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años, de ahí la importancia de este sector en el desarrollo de cualquier actividad del país, tanto social, política y económica.
El origen del desempleo juvenil es un problema múltiple, pero radica principalmente en la falta de experiencia que se vuelve un círculo vicioso, es decir, si no hay trabajo, no puede existir experiencia y sin experiencia, no hay trabajo, por lo que el emprendimiento se vuelve la opción para la muchos.
La realidad estadística del empleo actual para las nuevas generaciones, revela que la mayoría busca una empresa con ambiente de trabajo positivo, salario competitivo, horarios flexibles, lideres empáticos, por lo que el 70% de los trabajadores de las nuevas generaciones, están dispuestos a abandonar sus trabajos si no sienten a gusto.
Sin embargo, la apuesta gubernamental, es la formalidad laboral, dicho empleo brinda mayor estabilidad a las y los trabajadores. Un trabajo formal se caracteriza por brindar seguridad social y mejores prestaciones, como el acceso a servicios médicos, fondos de ahorro para el retiro, créditos hipotecarios, primas vacacionales y compensaciones por incapacidad, para lograrlo no solo basta generar empleos, si no también adecuar estas ofertas a las nuevas generaciones y sacar provecho de la juventud.