El Istmo de Tehuantepec, es una región que concentra a grandes artesanos, obras que son elaboradas manualmente, piezas únicas que forman parte de las tradiciones y culturas de sus ciudadanos.
El oficio de la elaboración de velas y veladoras tradicionales es uno de los más antiguos, un conocimiento ancestral, que hoy pocos continúan desempeñando, uno de este grupo selecto es el señor Rigoberto Villalobos, más conocidos como Rigo el Velero, originario de Santo Domingo Tehuantepec, quien lleva más de 40 años elaborando velas para las familias istmeñas.
"Yo empecé prácticamente cuando iba a la escuela primaria a torcer el pabilo, de ahí mi mamá me manda a verde a Salina Cruz, yo tenía en ese entonces diez años, me nadaba con una cajita en el hombro y un canasto de vela de cebo, ya la elaboración de velas fue a los 16 años"
VARIABLES DE VELAS POR MATERIA PRIMA
VELA DE SEBO
VELA DE CERA VIRGEN
VELA DE CERA ÁMBAR
VELA DE PARAFINA
Las velas, son parte esencial de las tradiciones religiosas del Istmo de Tehuantepec en ceremonia de luto o parte del turismo religioso, elaboradas principalmente de parafina, sebo, cera ámbar y en ocasiones especiales cera virgen de abeja.
El proceso elaborado de forma artesanal tiene una duración de 8 horas, donde se da forma capa por capa al producto final, proceso que inicia con la preparación de la materia prima, la cera y el pabilo, para posteriormente pasar al aro.
"De ahí que lo volteamos lo empezamos a bañar, hasta que va engrosando, ya que están su tono normal lo cortamos y ya queda la cola, todo esto que está aquí es de los residuos de la cola, toda esa mechita y ese mismo que va sobrando, ya lo volvemos a derretir otra vez y con ese mismo ya le damos su toque final y de ahí, le hacemos el torneado, ya haciendo el torneado le damos una capa caliente, para que no quede roñoso y queda lícito"
PRODUCCIÓN SE DETIENE EN UN 80% POR EL COVID-19
DE 4 TONELADAS
A
600 KILOGRAMOS
AL MES
El oficio de la cerería, en Tehuantepec, atraviesa una crisis y se mantiene en riesgo por dos factores, el primero de ellos la falta de arrestados, ya que solo 3 perduran en esta labor, el segundo factor es la disminución de venta y producción por la pandemia del Covid-19 del 80%, donde en el 2018 y 2019 se trabajaban 4 toneladas de cera, hoy solo se consume al mes un máximo de 600 kilogramos.
Tema que conoce bien el señor Rigo, por lo que ha buscado los mecanismos de enseñanza a las nuevas generaciones, pero estas no muestran el interés requerido para no dejar morir este arte.