Redacción: Iñaki Dufour
Kelechi Iheanacho salió del Manchester City hace cuatro años rumbo al Leicester, al que dirigió este sábado al título de la Community Shield, protagonista principal y determinante del triunfo al borde del final en Wembley por su fe, porque fue objeto de penalti y porque él mismo lo transformó (1-0) para frustrar a Pep Guardiola y Jack Grealish, discreto en su debut.
Mientras los focos se dirigían hacia el multimillonario fichaje, estrenado con el City con tan solo un entrenamiento, cuando entró al campo en el minuto 65, nadie fue tan decisivo para el encuentro como Ihenacho, también suplente, pero mucho más definitivo cuando el partido parecía destinado a la incierta tanda de los penaltis.
Necesitó nada más diez minutos. Cierto es que, ya en el 88, nada habría sido posible sin el exceso de confianza, el error o la concesión, según sea la interpretación, del central Aké cuando recibió un inoportuno -quizás- pase atrás de Rodrigo, tanto como que sin la presión de Ihenacho todo habría terminado en nada. No sólo le quitó el balón, sino que a la vez promovió la pena máxima ganadora.
Después, transformó el lanzamiento para hacer campeón al Leicester y para doblegar al City, que, todavía a primeros de agosto, tiene mucho por afinar, aunque su versión reducida también dependió de las circunstancias especiales de esta pretemporada, condicionada por la Eurocopa y la Copa América, porque los grandes futbolistas, los más reconocibles, se han incorporado más tarde.
Una comparación describe la situación: entre la final de la Liga de Campeones contra el Chelsea de la pasada temporada y la Community Shield que marca la salida del presente ejercicio en Inglaterra sólo repitieron tres jugadores en el once de Guardiola. Sólo el central Ruben Dias, el medio Ikkay Gundogan y el extremo Ryan Mahrez, lo más destacado ofensivamente de un equipo que apenas tiró a portería.
Ni Kevin de Bruyne ni Phil Foden, en proceso de recuperación; ni Kyle Walker ni Raheem Sterling ni John Stones... Tampoco Rodrigo Hernández, en el banquillo primero, en el campo desde el minuto 65. Sí jugó Ferrán Torres, al que se le notó que nada más era su primer partido de la pretemporada, que todavía necesita más rodaje.
El Leicester, el campeón de la Copa, no dudó contra el campeón de la Liga. Ni especuló ni se lo planteó, en ese fútbol vertical de medio campo hacia adelante, en la agitación que provoca James Vardy, en la ambición que desató desde el principio en Wembley, frenado por el portero hoy del City: Zack Steffen. Un suplente habitual.
No se fue en ventaja al descanso por una parada milagrosa, tan fantástica como increíble. A contrapié, ante una volea con la zurda de Vardy a apenas tres metros, cuando sacó una fabulosa mano derecha que le permitió desviar lo justo el gol y dirigirlo hacia el poste, que lo repelió entre la incredulidad del goleador del Leicester.
Sin esa intervención extraordinaria, nada que ver con las ocasiones precedentes que había despejado, dos de ellas también a Vardy, el Manchester City se habría ido al intermedio dañado. Por debajo en el juego, en la precisión, en el plan de partido, dentro del ritmo que le propuso su rival, contó sólo una ocasión en el primer tiempo, en el minuto 5, en una falta directa de Gundogan.
Nada más, tan poco, para un equipo de su nivel. El partido exigía más del actual campeón de la Premier y el último subcampeón de Europa, que reaccionó algo desde el intermedio; más posesivo, más preciso, más controlador, para domar a ratos al Leicester, para frenar la agitación, para asumir un encuentro más de su gusto.
Rebajadas su verticalidad, sus posibilidades de recuperar y correr, su recorrido hacia el campo contrario, el Leicester se refugió en su terreno, más por el efecto de su rival que por iniciativa propia, pero consciente de que ya no se jugaba a lo que pretendía, expuesto al gol del City, que habría sido así si Ndidi no fuera muchísimo más rápido que Mahrez.
¿Y Jack Grealish? Un entrenamiento tan solo es muy poco para irrumpir en el once de inmediato. Ni siquiera aunque la inversión haya rebasado los cien millones. Ni con un título en juego. Ni con bajas tan transcendentes como sufría el Manchester City. El millonario fichaje aguardó en el banquillo su debut el primer tiempo, calentó desde el minuto 48 y surgió en el campo en el 65 por la banda izquierda, ni tan desbordante ni tan concluyente como lo será cuando haya alcanzado más minutos y kilómetros de recorrido.
No fue suficiente, tampoco la entrada de Bernando Silva mientras se resuelve su futuro, para el Manchester City, que entregó el título de una forma inesperada, cuando ya asomaba la resolución de los penaltis, con un error impropio de Aké, al que le quitó la pelota en el área Ihenacho. Él mismo transformó la pena máxima.