La Semana Santa para los zapotecas se vive de una manera muy singular, y esto tiene su origen en la cultura prehispánica, y con la imposición de la iglesia católica se dio el sincretismo que resultó en esta vistosa tradición de visitar a los muertos.
En esta ciudad existen dos panteones, el Domingo de Ramos y el Miércoles Santo, que se celebran ambos en los días correspondientes a la Semana Mayor, y consiste en visitar estos camposantos durante todo el día, similar a la tradición del Día de Muertos en los diferentes rincones del país mexicano.
Llegado el día, todos desde muy temprana hora llegan como si fuera un desfile de flores multicolores, la gente acude a las tumbas de sus familiares para adornarlo con la variedad de flores que se comercializan en esta temporada, y así comienza el día, entre venta de bocadillos, como el tamal de iguana, los panes tostados conocidos como "regañadas"; entre el bullicio de miles de visitantes, así transcurren las horas.
En los pasillos recorren los tríos de músicos, las bandas regionales, los grupos de flauta y tambor, para amenizar e interpretar las canciones que los difuntos preferían en vida y que sus familiares les dan el gusto de que suene en este día.