Este año, Oaxaca ha reportado cuatro casos confirmados de sarampión. El primer contagio se dio en una niña de cinco años y ocho meses, procedente de Estados Unidos, quien llegó sin esquema de vacunación. Poco después, surgieron tres casos más en jóvenes y adultos de 16, 26 y 43 años, algunos de ellos con esquemas incompletos. Todos los contagios se concentraron en la Jurisdicción Sanitaria de Valles Centrales, donde las autoridades reforzaron los cercos epidemiológicos.
Mientras tanto, la tosferina también ha reaparecido en Oaxaca, con 26 casos registrados y un saldo trágico: la muerte de un bebé que no había sido vacunado. Municipios como Santiago Apóstol, Cuilápam de Guerrero y Santa Cruz Xoxocotlán han sido identificados como focos críticos para esta enfermedad.
Los Servicios de Salud de Oaxaca pusieron en marcha acciones inmediatas distribuyendo 38,130 dosis de la vacuna SR (Sarampión y Rubéola), además de las 153,009 dosis del esquema SRP que ya estaban disponibles, además de capacitar a más de 1,137 trabajadores de salud para mejorar la identificación de casos, el control de brotes y las acciones preventivas.
Pero surge la pregunta: ¿está Oaxaca realmente preparada? En 2024, el estado destinó 5.4 millones de pesos para fortalecer su infraestructura de vacunación, incluyendo la compra de 1,826 termos para garantizar el transporte seguro de los biológicos hacia las zonas más alejadas.
A nivel nacional, México enfrenta un brote mayor, con 435 casos de sarampión reportados hasta abril de 2025. Además, la cobertura de vacunación ha descendido de un sólido 95% a un preocupante 65%, dejando brechas peligrosas para el resurgimiento de enfermedades que se creían controladas.