Para los pueblos zapotecas en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca se cree que la vida después de la muerte continúa, en un reencuentro místico lleno de una herencia prehispánica, donde además las fechas de recibir a los difuntos son el 30 y 31 de octubre
Es el Xandú una celebración arraigada a la cosmovisión zapoteca, un puente entre la vida, la muerte y es en los últimos días del mes de octubre, cuando el velo que separa los planos terrenales y espirituales se vuelve más tenue, permitiendo así el reencuentro de las almas con sus seres queridos.
En Juchitán Oaxaca, se celebra de manera particular a través del ritual llamado Biguie', que es una fiesta calendárica y una representación entre ambos planos donde cruzarán las almas que nos visitan.
Las familias juchitecas no asisten a los panteones en los dias tradicionales de todos santos o dia de muertos ellos acuden a visitar las casas de sus amistades y familiares entregando un apoyo o "Guuna" en zapoteco, y en forma de agradeciendo reciben el "Xindxá".
En el día 30, se esperan las visitas de las almas de los niños, jóvenes y personas casadas, mientras que el 31 se reciben a los ancianos mayores de 80 años en los hogares zapotecas.
Las ofrendas tradicionales llamadas: "El Biguie Bedxe" o altar, que consisten en un retablo de madera, que en el centro tiene una cruz que resalta los cuatro puntos cardinales y en el centro es dedicado al jaguar, animal que para los zapotecos es sagrado y acompaña a las almas al momento de regresar a la tierra, durante la celebración.
En las marquesinas de las puertas se coloca un arco de palma o de hojas de caña con flores, pan y frutas, que es la señal que indica que hay ofrenda familiar en los hogares.
No debe faltar el copal, aroma que se extiende por toda la casa en señal de pureza, y aseguran nutre a las almas mientras conviven con los vivos, además de ser la guía para su regreso al inframundo.
Acompañados de las flores amarillas de cempasúchil y guindas conocidas como cresta de gallo, así como velas y una variedad de frutas, adornan cada una de las ofrendas, que por tradición construyen los hombres a temprana hora, mientras que las mujeres elaboran tamales de mole negro.
Una fotografía de gran tamaño y un pan tradicional en forma de rectángulo son toques indispensables en estos altares.
Según esta tradición milenaria, una ofrenda de Xandu se le dedica a una persona que falleció hasta antes de 90 días de celebrarse el Día de Muertos, o Todos Santos porque antes "no tienen permiso".
La música es imprescindible, no puede faltar en este tipo de celebraciones y se cantan o interpretan canciones preferidas del difunto.
El 3 de noviembre a partir de las tres o cuatro de la tarde, el altar se levanta después de realizar un rosario, porque según cuentan los zapotecas, es a esa hora en que las almas retornan a su lugar de origen.