Migue Ángel Ramírez Lagos, uno de los pocos anticuarios que hay en la ciudad, señaló que las Casas de Antigüedades vinieron a convertirse en un apoyo para las familias que pasan por una situación económica complicada, ya que, durante este tiempo de pandemia, muchos tuvieron la necesidad vender algunas de sus pertenencias, solo que la mayoría eran antiguas que no se les recibía en casas de empeño.
Cuando se encontraba la situación más fuerte de los fallecimientos por Cobvid-19, comenzaron a tener más visitantes, lo que los obligaba a tener mayor solvencia económica para comprar hasta cajas con diferentes artículos que durante mucho tiempo algunas personas fueron guardando como recuerdos de familia, pero a su muerte quien se quedaba con ellos buscaron deshacerse de ellas.
Monedas por piezas, cuadros, muebles antiguos, máquinas de escribir o de cocer antiguas y cosas interesantes llegaron a sus manos, sin contar lotes de libros que adquirieron y que en su caso, exactamente en este tiempo de pandemia, logro tener parte acervo cultural, monedas y hasta piezas de coleccionistas locales con gran valor histórico.