Después de tres meses de descensos, la inflación en México volvió a subir en febrero y se ubicó en 3.77 %, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Aunque el dato es mayor al 3.59 % registrado en enero, sigue por debajo del 4.21 % con el que cerró el año pasado.
El aumento en los precios al consumidor estuvo dentro de lo esperado por el mercado. En comparación con enero, el índice de precios al consumidor subió 0.28 %. Esto significa que, en general, los productos y servicios fueron ligeramente más caros que el mes anterior.
Uno de los factores más importantes para medir la inflación es el índice subyacente, que excluye productos con precios muy variables, como los alimentos frescos y los combustibles. Este índice aumentó 0.48 % en febrero y 3.65 % en comparación con el mismo mes del año pasado.
Dentro de este grupo, los precios de las mercancías subieron 0.41 % en el mes y 2.75 % en el último año, mientras que los servicios, como transporte y educación, aumentaron 0.55 % mensual y 4.64 % anual. Por otro lado, los precios de productos agropecuarios, como frutas y verduras, bajaron 1.44 % en el mes, pero siguen siendo 3.89 % más caros que el año pasado.
Entre los productos que más subieron de precio en febrero están el limón (16.31 %), los plátanos (14.05 %), el huevo (5.71 %) y la carne de res (2.47 %). En cuanto a los servicios, los restaurantes y hoteles aumentaron 7.02 % en el último año, los servicios educativos 5.74 % y los de salud 4.80 %.
A pesar de este repunte, la inflación en México sigue por debajo de los niveles de los últimos años. En 2022, por ejemplo, alcanzó 7.82 %, su nivel más alto en 22 años. En respuesta a la situación, el Banco de México redujo la tasa de interés al 9.5 %, en su primer recorte de medio punto porcentual, con la intención de estimular la economía sin dejar de controlar la inflación.
Los especialistas seguirán atentos a la evolución de los precios en los próximos meses, ya que el objetivo del Banco de México es mantener la inflación en 3 %. Por ahora, los consumidores deben prepararse para posibles ajustes en el costo de la vida, especialmente en productos básicos y servicios esenciales.