El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que la confianza empresarial en México cerró el primer trimestre de 2025 en terreno negativo, con el Indicador Global de Opinión Empresarial de Confianza (Igoec) ubicado en 49.3 puntos en marzo, marcando la tercera caída consecutiva y un retroceso anual de 5.4 puntos.
Este dato, desestacionalizado, refleja el pesimismo generalizado entre los empresarios ante los desafíos económicos y las amenazas arancelarias
El Igoec, que integra los sectores manufactura, construcción, comercio y servicios privados no financieros, registró 25 meses consecutivos por encima de los 50 puntos (umbral de optimismo), pero en marzo se ubicó en 49 puntos, confirmando una tendencia a la baja.
Solo la construcción mostró un avance marginal de 0.1 puntos mensual, aunque persiste en niveles de pesimismo por séptimo mes consecutivo, con 46.9 puntos y una caída anual de 5.2 puntos.
La manufactura, pilar histórico de la economía, presentó una confianza de 49.9 puntos en marzo, 0.4 puntos menos que en febrero y 4.4 puntos por debajo de su nivel en 2024
El sector manufactura, que acumuló 45 meses de optimismo, ahora enfrenta incertidumbre ante riesgos como la desaceleración económica y tensiones comerciales con Estados Unidos.
El comercio y los servicios, por su parte, mostraron retrocesos más pronunciados. El primero cayó 1.4 puntos mensual y 4.9 puntos anual, ubicándose en 49.2 puntos, mientras que los servicios registraron una baja de 0.8 puntos mensual y 6.2 puntos anual, alcanzando 49 puntos y entrando en pesimismo por primera vez.
Estos datos, que miden el "humor" empresarial y condicionan decisiones de producción e inversión, revelan un escenario complejo
Los empresarios enfrentan presiones como la posible implementación de aranceles por parte de Estados Unidos, la política monetaria restrictiva y la desaceleración del crecimiento económico, factores que limitan su capacidad para proyectar inversiones a mediano plazo.
La construcción, aunque con avances mínimos, sigue siendo el sector más vulnerable, con niveles de confianza inferiores a los demás. Su desempeño refleja desafíos estructurales, como la reducción de proyectos públicos y la dependencia de la inversión privada, que aún no logra compensar los recortes en gasto estatal.