El estado cuenta con 230 plantas de tratamiento de aguas residuales, con una capacidad total de tratamiento de 11.9 metros cúbicos por segundo y una cobertura del 28.4 por ciento. Esto significa que 70% de las aguas residuales se vierten sin tratamiento a los ríos y cuerpos de agua, contaminando el medio ambiente y poniendo en riesgo la salud de la población.
Toluca, la capital del estado, es un ejemplo de la deficiencia en el tratamiento de aguas residuales. De las 11 plantas de tratamiento que existen en el municipio, solo 8 operan a su máxima capacidad. Las otras tres plantas operan por debajo de su capacidad, lo que significa que una parte importante de las aguas residuales de la ciudad no recibe el tratamiento adecuado
En 2017, al inicio de la administración del exgobernador Alfredo del Mazo Maza, se planteó la ambiciosa meta de incrementar en un 35% la infraestructura de tratamiento de agua. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados, solo se logró un aumento del 14.2%. Esta deficiencia en la infraestructura de tratamiento agrava los problemas de escasez de agua, ya que reduce la disponibilidad de recursos hídricos de calidad para el abastecimiento público y la agricultura.
Un mejor tratamiento de las aguas residuales permitirá proteger el medio ambiente, mejorar la salud de la población y garantizar la disponibilidad de agua potable. La inversión en infraestructura de tratamiento de agua es una inversión en el futuro.