En un mundo donde la prevención es clave para la salud pública, la vacunación se mantiene como una de las estrategias más efectivas para proteger a la población de diversas enfermedades. Gracias a las vacunas, se han erradicado padecimientos mortales y se ha reducido significativamente la propagación de virus y bacterias.
Tras la pandemia de COVID-19, surgieron posturas antivacunas que han reducido las tasas de vacunación, provocando el resurgimiento de enfermedades antes controladas.
En el Estado de México, por ejemplo, las enfermedades prevenibles con vacunación se han hecho presentes, el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica reportó hasta la semana epidemiológica 7 de 2025 un total de 7 casos de meningitis tuberculosa y 8 casos de tosferina, enfermedad que también ha reaparecido en 21 estados más del país. Asimismo, se han registrado casos de hepatitis A y B, así como 30 casos de peritonitis infecciosa. La influenza ha afectado a 394 personas y la infección por el virus del papiloma humano a 365.
Los esquemas de vacunación truncos o la negativa a vacunarse representan un riesgo para la salud pública, ya que facilitan el resurgimiento de enfermedades que antes estaban controladas. Autoridades de salud pública afirman que es necesario fortalecer la vigilancia para controlar la carga de las enfermedades y evaluar el impacto de las estrategias de vacunación implementadas en el país. Además, se recomienda intensificar los esfuerzos de vigilancia en enfermedades como la tosferina y otras similares para evitar brotes y proteger a la población.