Con 90 áreas naturales protegidas, de las cuales 15 son federales y 75 estatales, el Estado de México está en primer lugar en el número de áreas protegidas.
Estas abarcan una superficie de un millón de hectáreas, lo que representa 44% del territorio estatal. En este vasto territorio, coexisten 4 mil especies de flora y fauna, convirtiéndo a la entidad en un refugio de vida silvestre.
Sin embargo, esta riqueza está siendo amenazada por la falta de inversión y la priorización de intereses económicos por encima de la conservación ambiental.
Los datos oficiales indican que de 2019 a 2023, menos del 12% de las ANP estatales contaron con un presupuesto destinado a su cuidado. Esta situación ha llevado al deterioro de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad y la proliferación de actividades ilícitas como la tala clandestina y el tráfico de especies.
La Comisión Estatal de Parques Naturales y de la Fauna, encargada de gestionar estas áreas, ha demostrado un marcado interés en el turismo verde y el disfrute humano, en detrimento de la conservación de la biodiversidad y la restauración de ecosistemas degradados.
La pérdida de biodiversidad, la degradación de los suelos, la alteración del ciclo hidrológico y el aumento de la vulnerabilidad ante eventos climáticos extremos son solo algunas de las consecuencias de la deriva en la que se encuentran las Áreas naturales protegidas mexiquenses.