En México los programas sociales han sido utilizados como una vía para la movilización electoral. Desde la década de los ochentas con el Programa Nacional de Solidaridad hasta los programas del bienestar, la entrega de recursos públicos puede estar condicionada por factores políticos. Y se crea una relación clientelar.
En el Estado de México operan ocho diferentes programas de becas educativas, desde becas por aprovechamiento académico, hasta becas específicas destinadas a las olimpiadas del conocimiento, la profesionalización, estancias académicas en el extranjero y becas universales. Todas llevan el apellido del bienestar.
Por ejemplo, el programa de Becas para el Bienestar por Aprovechamiento Académico inició en 2024 con la entrega de 65 mil becas a estudiantes de educación básica y superior. La beca Rita Cetina podría llegar a 850 mil estudiantes.
El Estado de México es la entidad con mayor cantidad de becarios en el país. La Beca Benito Juárez apoya a 565 mil estudiantes y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, cuenta con 220 mil.
Para los jóvenes inscritos, las becas se convierten en un ingreso adicional que permite sortear un entorno económico adverso. Al mismo tiempo, crea una difusa identificación clientelar.
Los jóvenes sugieren que, en lugar de recortar estos apoyos, deberían ampliarse y aplicarse con reglas más claras para garantizar su acceso a un espectro más amplio de estudiantes.
De acuerdo con cifras oficiales, en el sexenio pasado se destinaron 364 mil millones de pesos a becas, para 22 millones de estudiantes del país que con el tiempo consolidan una relación asimétrica, de dependencia y voluntad limitada.