A partir del 5° domingo de cuaresma las imágenes religiosas son cubiertas con mantos o telas en color morado, una tradición que data del siglo XI que habla del luto por la muerte de Jesucristo y para que los feligreses no tengan distracciones durante este tiempo de reflexión.
El cubrir las imágenes es decisión de las conferencias episcopales de cada iglesia, y deben permanecer así hasta el viernes santo, donde son retiradas durante la misa de resurrección.