La gestión inadecuada de residuos sólidos en el Estado de México se ha convertido en una problemática ambiental de primer orden, con consecuencias directas en la salud pública y el equilibrio ecológico.
La falta de regulación efectiva en los rellenos sanitarios, aunada a la insuficiencia presupuestaria de muchos municipios, ha propiciado la proliferación de tiraderos clandestinos, contaminando suelos, cuerpos de agua y emitiendo gases de efecto invernadero.
De acuerdo con datos de la Comisión de Protección Ambiental y Cambio Climático de la legislatura mexiquense, el Estado de México genera cerca de 18 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos, lo que equivale a un kilo de basura por habitante al día, solo la mitad de estos residuos encuentra un destino final en rellenos sanitarios regulados.
La insuficiencia en la recolección, manejo y disposición final de los residuos ha dado lugar a un aumento de los tiraderos clandestinos.
Estos sitios, a menudo ubicados en zonas marginadas o de difícil acceso, reciben grandes cantidades de basura sin ningún tipo de tratamiento previo. En algunos casos, se llegan a desechar hasta 200 toneladas diarias de residuos, lo que agrava significativamente el problema de la contaminación.
Municipios como Calimaya, Zinacantepec, San Antonio la Isla y, más recientemente, Xonacatlán, han sido víctimas de este problema.
La insuficiente inversión en la recolección, manejo y destino final de los residuos por parte de algunos municipios mexiquenses ha fomentado el surgimiento de tiraderos clandestinos, una práctica ilegal que se ha extendido por todo el territorio estatal.