La charrería, mucho más que un deporte, es un símbolo de la identidad mexicana. El charro, con su traje adornado y su sombrero ancho, es un personaje emblemático de México. Su figura evoca un pasado donde el caballo era compañero inseparable y herramienta fundamental para la vida cotidiana.
Con el tiempo, las competencias charras se formalizaron, dando origen a un deporte que exige no sólo destreza ecuestre, sino también un profundo conocimiento de las tradiciones y costumbres mexicanas.
Montar a caballo vestido de charro es mucho más que una actividad deportiva. Es un compromiso con la historia y la cultura de México. Cada movimiento, cada suerte ejecutada, es un homenaje a las generaciones que nos precedieron y un legado que transmitimos a las futuras.
La charrería nos recuerda la importancia del trabajo en el campo, la valentía de los vaqueros que conquistaron vastas extensiones de territorio y la unión familiar que se forjaba alrededor del caballo. Un deporte que exige fuerza, agilidad y precisión, pero también respeto por las tradiciones y amor por la tierra
Desde la Independencia hasta la Revolución, la historia de México está íntimamente ligada al caballo. Los charros fueron protagonistas de innumerables episodios de nuestra historia, desde la lucha por la libertad hasta la consolidación de nuestra identidad nacional.