Según la cosmovisión prehispánica, el mezcal es un regalo divino, una bebida que descendió del cielo en forma de rayo. En el Estado de México, esta herencia ancestral se materializa en 26 mil litros de mezcal producidos al año, con el sur del estado como epicentro de esta tradición arraigada.
En las verdes laderas de la comunidad de San Pedro Chichicasco, en el municipio de Malinalco, la familia Ramírez Jiménez da vida al mezcal "2 Herencias", un nombre que encapsula la historia de dos familias cuyo legado mezcalero trasciende cuatro generaciones
Cada alambique imprime un sello único al sabor, reflejando la maestría y pasión de los productores. En cada sorbo se puede encontrar un universo de aromas y sabores: desde tonos ahumados hasta notas terrosas. El mezcal alcanza graduaciones alcohólicas de entre 50 y 70 grados, ideal para degustarlo con calma y apreciar su complejidad.
En 2018, el estado de México obtuvo la denominación de origen del mezcal de forma fugaz. Una disputa con productores oaxaqueños le quitó la categoría otorgada por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial.
Este revés ha impactado duramente a los productores mexiquenses. Sin embargo, la familia Ramírez Jiménez se mantiene firme en la defensa de su herencia, tal y como lo expresa el patriarca: "Vale más la calidad que la cantidad".
La pasión y dedicación de las familias mezcaleras como la Ramírez Jiménez, aunadas a los esfuerzos por obtener la denominación de origen, buscan un futuro próspero para el mezcal mexiquense.