En el corazón de un pequeño taller, donde el sonido rítmico del telar de pedal se entrelaza con la historia y el arte, Don Adrián lleva más de 70 años tejiendo no solo hilos, sino también sueños y tradiciones.
El rebozo es una obra maestra, cargada de simbolismo y creatividad, una expresión de la identidad de Tenancingo.
Una artesanía es mucho más que un simple accesorio, cada uno es una pieza artesanal que ha cruzado fronteras, encontrando un lugar en los países de españa e Inglaterra
Don Adrián, aprendió a crear arte por su padre, quien lo llevaba al taller desde que era un niño, enseñándole que cada hilo que se urde era una conexión entre pasado y futuro.
El proceso de creación de un rebozo exige dedicación y pasión. El telar de pedal, manejado con destreza por manos y pies, es el corazón de este arte. Es aquí donde cada hilo se convierte en una pincelada de historia.
Aunque cada vez menos jóvenes se interesan por aprender este oficio, el futuro del rebozo parece incierto. A pesar de ello, son ellos quienes llevan la tradición del rebozo a nuevas generaciones.
El taller de Don Adrián no es solo un lugar de trabajo; es un templo de cultura, un espacio donde la historia se teje día a día, hilo por hilo. Y mientras el sonido del telar suena el legado del rebozo sigue su camino.