Con el amanecer los hornos de piedra o adobe del pueblo de Tecomatlán comienzan a encenderse, tan solo basta que un rayo de luz toque este pueblo para que panaderos comiencen a laborar.
Con el paso de las horas este pueblo se va bañando del rico olor a pan, harina, huevo, un poco de mantequilla, levadura y el toque especial de Tecomatlán.
La masa que se va laboreando comienza a tomar forma; estirarla, y decorarla es una herencia milenaria, que se enseña desde la infancia.
La espera parece ser eterna para poder meter un pan al horno, pues cada pieza horneada está diseñada de una forma única, de tal forma que se florea el pan.
El rojo vivo de la leña que se mantiene dentro del horno permite que el pan comience a esponjar, un tiempo que dura de 3 a 20 minutos dependiendo del tamaño, un sabor que seguirá conservando su esencia, pues no hay una ofrenda que no lleve un pan de Tecomatlán.
EL FOLCLOR DEL EDOMEX, GRAN VARIEDAD DE PAN DE MUERTO
Uno de los panes tradicionales que también elabora esta comunidad es el "cocol" su forma y sabor a piloncillo y anís lo convierte en uno de los preferidos por la población.
Esta comunidad es reconocida a nivel nacional por la forma de producir el pan, pues los mismos panaderos argumentan que han querido igualar la receta de sus productos, pero ninguna región ha sabido igualarla.
Dentro del Estado de México existe gran variedad de pan para los altares del Día de Muertos, en el municipio de Texcoco se elabora un pan elaborado con manteca, canela y frutas como la guayaba, su decorado es principalmente azúcar de color rosa.
En la zona centro del estado de México se elabora un pan denominado "hojaldra" a base de mantequilla con sabor a flor de azar, donde su decorado simula los huesos de las personas fallecidas.