Por los caminos del sur del Estado de México se esconde una pequeña comunidad en el municipio de Ixtapan de la Sal, es el poblado de Malinaltenango donde sus artesanos moldean su creatividad.
El trabajo de elaborar este dulce a base de pepita de calabaza está marcado por el sonido del reloj que repica desde lo alto del poblado, en cada puerta se puede observar las manos labrando la pasta de este dulce.
Cada pieza moldeada está formada por los gustos y sentir de cada artesano, sus colores son la señal que guía a sus ancestros a regresar a sus hogares para seguir gozando de la dulzura.
El ambiente cálido permite florear, enmarcar y dar firmeza a estas creaciones únicas, que representan los recuerdos de los que han partido.
Estos típicos dulces sureños le darán un toque único a los altares, pues en cada pieza hay un pedacito de Malinaltenango.
DULCES FLOREADOS, LA TRADICIÓN QUE ESCONDE EL SUR DEL EDOMEX
El dulce de pepita de calabaza es elaborado en el pueblo de Malinaltenango, mejor conocido como Manila, ubicado a 20 minutos de la cabecera del municipio de Ixtapan de la Sal, esta comunidad cuenta con 80 artesanos que comienzan a producir desde el mes de septiembre hasta la última semana del mes de octubre.
Cada pieza es pesada para poder moldearla, llegando a elaborar productos desde los 5 gramos hasta los 3 kilos, sus costos oscilan entre los 5 pesos hasta los 2 mil pesos dependiendo de su tamaño, peso y decoración.
Cada creación de este pueblo debe de portar una flor como símbolo del recuerdo de sus ancestros, dato curioso es que las parejas enamoradas de esta región suelen regalarse este dulce en forma de corazón como un símbolo de amor.
El pasado 19 y 20 de octubre esta comunidad realizó su cuarta feria de este dulce, donde se pudieron comercializar estos productos.