El opositor cubano Guillermo Fariñas, premio Sájarov del Parlamento Europeo 2010, comenzó este lunes una huelga de hambre y sed -la número 28 que realiza-, tras su más reciente detención en el aeropuerto de la ciudad de Santa Clara (centro de Cuba).
Fariñas, líder del ilegal Frente Antitotalitario Unido (Fantu) -en Cuba el único legal es el Partido Comunista-, declaró a EFE vía telefónica que "se mantiene convencido de sus demandas" que incluyen "la liberación incondicional de todos los presos políticos", que algunas ONG sitúan en torno a los mil.
En esta ocasión, Fariñas reclama además un cerco naval y aéreo a Cuba y que la Organización de Estados Americanos aplique la Carta Interamericana, a pesar de que el país no forma parte de ese organismo con sede en Washington.
Aseguró asimismo que mantendrá la huelga de hambre "hasta que sean retirados todos los efectivos militares y sus equipos de espionaje radicados actualmente en Cuba, pertenecientes a la República Popular China y a la Federación de Rusia", según publicó en Twitter una de sus hijas.
La tercera y última petición es a la Unión Europea para que "rompa el tratado político y de cooperación económica con Cuba", un acuerdo que rige las relaciones bilaterales desde 2017.
El disidente contó a EFE que fue detenido hace unos días en el aeropuerto de su ciudad natal (Santa Clara) a su regreso de Miami (EE.UU.), tras un altercado por el extravío de sus maletas.
Fariñas es uno de los opositores cubanos más conocidos a nivel internacional, particularmente por las numerosas huelgas de hambre que ha realizado desde 1995 contra las autoridades cubanas.
La más larga fue en 2003, cuando mantuvo un ayuno durante 14 meses. La última ocurrió en 2016 y se prolongó por 54 días, con el objetivo de pedirle al Gobierno cubano el cese de la represión contra los disidentes.
Fariñas, quien también ha sido detenido e interrogado en múltiples ocasiones, es un psicólogo de 61 años que recibió en 2010 el Premio Sájarov del Parlamento Europeo por la lucha en favor de los derechos humanos.
El Gobierno de Cuba considera a los disidentes "contrarrevolucionarios" y "mercenarios" al servicio de los intereses de Estados Unidos y niega que tenga presos políticos en sus cárceles.