Víctimas de la discriminación social y excluidos de las decisiones importantes, muchos jóvenes carecen de planes o proyectos de vida, y son considerados incapaces de adaptarse al medio social, por lo cual toman la delincuencia como alternativa de sobrevivencia.
El fácil acceso a las drogas, la falta de oportunidades de empleo, salud, educación y espacios para la cultura y el deporte, la desintegración familiar, entre otros factores, componen el contexto en el que nace y crece la juventud mexicana del siglo XXI.
Un estudio llevado a cabo por el Tecnológico Autónomo de México, indica que los jóvenes de entre 15 y 26 años son causantes del 80 por ciento de los robos y homicidios que ocurren en el Estado.
Así mismo la sobreexposición hacia los medios de comunicación, que en ocasiones, presentan modelos de conducta que glorifican la violencia y normalizan comportamientos delictivos, hace que este sector de la población en pleno desarrollo cognitivo y social pueda verse tentados a emular conductas que perciben como aceptables o incluso admirables.
Las carencias en los indicadores sociales y familiares, sumados a la marginalidad son los factores preponderantes que orillan a la juventud a un camino que pareciera de flores pero en realidad es de espinas como lo es la delincuencia.