La inseguridad tiene un impacto profundo y transformador en la vida cotidiana, la percepción social y las dinámicas económicas y políticas del país.
A lo largo de los años, el aumento en los índices de violencia, los delitos de alto impacto y la presencia de actividades ilícitas han cobrado vidas, modificado comunidades y generado un entorno de incertidumbre. En el estado de México, en promedio, ocho de cada 10 personas se sienten inseguras, según cifras del Inegi.
La inseguridad, especialmente en el Estado de México, ha frenado significativamente las inversiones nacionales y extranjeras, afectando el desarrollo económico y la generación de empleo.
El aumento de extorsiones, la inseguridad en carreteras, con un 53% de percepción de riesgo en estas vías y la sensación general de peligro han limitado la creación de nuevos negocios y provocado el cierre diario de micro, pequeñas y medianas empresas, afectando gravemente la economía y la competitividad de la entidad. El costo económico de la violencia es del 20 por ciento del PIB.
La inseguridad en el Estado de México ha generado graves consecuencias, como la disminución del crecimiento económico, el incremento del desempleo y el agravamiento de la desigualdad regional. Por ejemplo, según el Instituto Belisario Domínguez del Senado, por cada punto que sube el robo, baja el PIB mexiquense una décima de punto porcentual.
Estas problemáticas no solo frenan el desarrollo del estado, sino que también profundizan las carencias sociales en las comunidades más vulnerables. Sectores clave como el comercio, la industria manufacturera y el turismo son particularmente afectados debido a su exposición a delitos como robo, extorsión y secuestro.
Aunque la percepción de inseguridad en el Estado de México ha mostrado cierta disminución o estabilidad entre marzo de 2024 y el mismo periodo del año anterior, sigue siendo un problema persistente que afecta la calidad de vida, frena el desarrollo económico y limita el crecimiento de la industria en la entidad.