La piratería es un fenómeno presente en prácticamente todos los sectores comerciales, pues se mantiene en constante evolución gracias a los cambios tecnológicos.
De acuerdo a información de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, México ocupa el primer lugar en pirateria y productos apócrifos en toda América Latina.
En su mayoría México es importador de esta mercancía, pero también tiene una alta demanda de estos productos. En el 2022 al menos el 70 por ciento de la población adquirió al menos un producto pirata.
Algunos de los productos con mayor venta y falsificación son, la industria textil, el calzado, electrodomésticos, películas, cigarros y alcohol.
Ante esta situación, la percepción de la gravedad del consumo de la pirateria es baja, pues cerca de la mitad de la población evalúa a este delito como no tan grave ya que no lo vinculan con afectaciones a su bienestar individual ni a consecuencias legales por parte de las autoridades.
Esta actividad ilícita trae consigo pérdidas económicas, tanto para las empresas formales, como para los consumidores; la disminución de empleos formales con prestaciones legales proporcionados por el sector formal, crea una economía paralela que daña las finanzas públicas y por ende la disponibilidad de recursos para el desarrollo, impacto fiscal generado por la evasión fiscal al venderse los productos dentro de un mercado no regulado entre otros.
Cabe destacar que de acuerdo con la AmCham, el mercado de piratería en México genera pérdidas de más de 43,000 millones de pesos al año.