Durante años, el apellido Del Mazo cimentó el Estado de México como bastión priista. El apellido era sinónimo de mexiquense.
El abuelo, afín al callismo y primer gobernador del entonces nuevo Partido Revolucionario Institucional.
El hijo, ilustre y progresista y quien acuñó el gentilicio mexiquenses.
Y del nieto, poco se puede decir, en palabras del reconocido periodista Eleazar Flores Arriaga.
Alfredo del Mazo Vélez inició una dinastía en el Estado de México, que sin saberlo sería el primero de tres gobernadores, con el mismo primer nombre y apellido, además de ser uno de los políticos más relevantes de los años cuarenta y cincuenta.
Treinta años después de su padre, llegó Alfredo Del Mazo González, entonces el personaje más joven en asumir la gubernatura mexiquense en 1981 y único en realizar giras regionales recorriendo cada municipio del Estado, destacado por su gestión pública a nivel federal.
Con un legado significativo a sus espaldas, llegó Alfredo del Mazo Maza, acusado por la alta esfera priista de traicionar y sepultar al PRI en la entidad. Él cederá el bastón de mando a Morena, tras casi un siglo de priismo.
Hablar de la familia Del Mazo es hablar del pasado y presente del Estado de México, una historia del auge y la caída de lo que por años fue la principal fuerza política del país. La hoy extinta dictadura perfecta